Caro: ¡Jajaja!
Moi: Era la deslegitimación más cabeza de la historia de la
filosofía
Caro: Nietzsche era de las divinas, seguro...
Moi: Era un cabeza como Theodor Adorno, que criticaba a
Heidegger y a toda la ontología que presentaba su obra de una forma re solemne y
terminaba: "¿Pero qué otra cosa se puede esperar de un campesino?". ¡Era
un cabeza de termo!
Caro: Ahi arruinó cualquier posible legitimación.
Moi: Claro. Pasa que Heidegger era re campesino. Vivía en la
selva negra. Construyó ahí su casita con barro. El tipo vivía en una choza que
hizo con sus manos
Caro: ¿EH?
Moi: El tipo construyó su casa en la selva negra él mismo. Era
un cavernícola… un cavernícola de la ontología fundamental.
Caro: ¡Jaja! ¡Uf! Sí, re cavernícola,
me imagino.
Moi: No era tan cabeza como Nietzsche, igual. Heidegger no
criticaría a nadie de feo
Moi: ¡Pasa que Sócrates era feo posta! ¡Hasta Platón dice que es feo! Y eso que para que Platón
haya hablado mal de Sócrates...
Caro: Lo que
tenia de feo lo tenia de copado (?)
Moi: Hay un diálogo que es genial, El Banquete, donde aparece al final Alcibíades
todo borracho y dice que Sócrates era feo pero que estaba enamorado de él, y
que Sócrates no se lo quería coger, y le recriminaba a Sócrates eso: que
durmieron juntos pero no pasó nada. Después terminaban todos borrachos.
Caro:
¡Qué picarones!
Moi: ¡Ese diálogo es una masa! Te juro que entraba Alcibíades a
un asado todo borracho y le hacía las quejas a Sócrates. ¡Un momento
descollante en la historia de la literatura!
Caro: En resumen: era feo… pero igual le entraba, y que encima
no entregaba. ¡Jaja!
Moi: Claro. Era feo pero solemne. Encima Alcibíades arranca las
quejas diciendo: "Sos horrible, pero me enamoré"; lo cual es muy
hermoso, por cierto.
Caro: ¡Cuánta sinceridad!
Moi: En el libro I de La República
Trasímaco lo acusa a Sócrates de rata que va a los asados, no pone plata y
después le critica el pensamiento a todo el mundo. ¡Es genial!
Caro: ¡Jajaja! ¡Sí! Iba a todos lados de arriba y encima los
hacia quedar como unos boludos. ¡Era un copado! ¡Jaja!
Moi: Daban ganas de cagarlo a trompadas porque aparte de ser un
pedante era más feo que la mierda.
Caro: ¿Daban ganas de cagarlo a
trompadas por feo? ¡Jaja!
Moi: Y por pedante. Porque de última si estaba bueno, vaya y
pase su pedantería. Pero era las dos cosas: feo y pedante. Te deliraba todo el
tiempo y después te decía que eras un genio y que te gratificaba con elogios. ¡Qué
feo hijo de puta!
Caro: ¡Claro! Encima después te chupaba las medias para que
quede todo bien, y uno quedaba como un tarado. ¡Jaja! eso por feo. ¡Los feos
son así!
Moi: Por suerte, la gente bella como nosotros no hace eso. Da
gusto sentarse con nosotros.
Caro: Claro.. igual hay que entenderlos un poco. O sea, ¿te
imaginas vivir una vida entera siendo feo?
Moi: No tenés chances. ¡Igual Sócrates tenía una lavia! Compensaba
por ahí: era chamuyero. Se levantaba pendejos en la acrópolis. ¡Era un viejo
verde!
Caro: Era un viejo feo y
pedofilo… y pedante, no olvidemos lo pedante.
Moi: Y era machista: cuando
lo van a ejecutar estaba en la cárcel y lo van a visitar los amigos. Cae la
mujer y se larga a llorar y el tipo le pide a los amigos que la rajen: "Quiero
estar con mis amigos, no con vos". Encima debe de haber sido la única mina
que le debió haber dado bola. Feo, pedófilo pedante, machista y puto, ¡para
colmo!
Caro: ¡Uuh, eso es lo peor! Todos los putos son iguales, ¡qué
putos que son…!
Fragmento de RAJOY, MARIANO, Conversaciones hularantes con Little Freud, Planeta Agostini, 2010
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