Hace unos meses leí en Le Monde Diplomatique un artículo muy
interesante de Rémi Nilsen sobre los avances que había tenido en Noruega una
derecha a la que no reduciría de fascista sólo para no caer en un anacronismo. Cuesta
no relacionarlo, a pesar de las diferencias, con los acontecimientos de la
Eurozona.
En esta última, los movimientos de
indignados han llegado a conmover a más de uno, hasta el punto de ser
catalogados en un registro similar a una Primavera de Praga. Independientemente
de las críticas que le puedan caber a los movimientos de indignados de la
Civilización, lo cierto es que tienen buenos motivos para quejarse. Después de
todo, ¿quién no se levantaría a agitarla un poco ante políticas estatales que
van recortando a una gran mayoría de la población? No creo que vayan a cambiar
el mundo, pero sí lo van a agitar un poco. El problema surge en hacia dónde lo
van a agitar. Sabido es que la intensidad de las manifestaciones de los
movimientos de indignados va de la mano con mayores porcentajes en las urnas de
las derechas más recalcitrantes y podridas de Europa. Derechas que, al igual
que los indignados, abogan por un cambio rotundo de los horizontes en la
Eurozona. Pero no son sólo estas derechas la que capitalizan y que espero que
no alcancen nunca espacios hegemónicos de poder, sino que un Rajoy es también
consecuencia de los acontecimientos y no hace otra cosa que profundizar las
heridas ardientes en España.
Los movimientos de indignados tienen
un problema grave: son acéfalos. Por eso, por no tener una conducción política
definida, son una masa capaz de derivarse para cualquier punto de un abanico de
posibilidades que va desde la dictadura del proletariado hasta el despotismo de
un Luis XIV pasando por todo lo que pueda haber en el medio (socialdemocracia,
neoliberalismo, fascismo)… y esto los acerca a los indignados de nuestras
pampas, a saber, la falta de un sentimiento de representatividad. Sin embargo,
y para que conste y no me acusen de pelotudo, es en lo único que los puedo
relacionar a los dos casos… y hasta ahí, porque los indignados argentinos que
marcharon hace un par de días lo menos que querían era algo un poquito más a la
izquierda que lo que hoy tenemos. Estos tipos abogan por la derecha, no son sus
víctimas. Las diferencias entre España o Grecia y la Argentina son abismales y
ponerlas en duda es propio de un pelotudo. No voy a ser diplomático en eso, si crees
que hay cierta metonimia entre la Argentina de 2012 y España, Grecia o Italia sos
un pelotudo (o una pelotuda). Esa afirmación no se puede sostener con seriedad.
Al actual gobierno le caben críticas graves, pero Cristina no Rajoy.
Bueno, este blog nace un poco porque
hay un blog bastante pelotudo que acusa al actual gobierno en Argentina de
fascismo. Hacer eso es de una precariedad de sentido común muy grosera –iba a
decir precariedad intelectual, pero por
ahí me tachaban de pedante-. En una entrada en el futuro les voy a presentar el
espacio de una forma más piola porque ahora estoy hasta las manos y esto medio
que lo escupí rápido. En definitiva, les doy la bienvenida.
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