Reflexión previa al autoproclamado 18A


El PRO se lo está apropiando simbólicamente. ¿Qué significa esto? Que, lejos de ser una marcha donde se expresa una antipolítica indeterminada, una negación abstracta a toda expresión de representacionalismo, su oposición es a determinada fracción de la cúpula política -al Gobierno Nacional o, más ampliamente hablando, al kirchnerismo en general-. El PRO lo advierte así y por eso no se siente amenazado y la promueve. Macri considera apoyarse y sacar rédito político de la manifestación tras los más recientes desastres que ha traído consigo la pésima administración de la Ciudad.
Bueno, la cosa es que aquel que vaya estará, por lo tanto, no sólo negando al kirchnerismo sino afirmando también al macrismo. Una negación siempre tiene contenido conceptual. Los que hoy marchen desearía que lo hagan siendo conscientes de ello y no escudándose en una expresión vacía y posmoderna de la autoafirmación de la libertad individual. Gracias.

La idea de bien

Fui ayer a una librería a comprar El discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres del amigo Juan Jacobo Rousseau. Coloquialmente se le llama Segundo discurso. Mientras el librero que me estaba atendiendo revolvía los estantes, una chica hermosa entró al negocio. Debo confesarlo, decir que era hermosa implicaría una vulgarización de su belleza, que poseía como característica la suficiencia ontológica. De haber sido sólo un poco más hermosa, tan sólo un pelín, hubiera dislocado a la realidad, ponele.
Ella se dirigió al otro librero, un chico de más o menos unos 25 años, y le preguntó por un manual de derecho –no recuerdo el nombre del autor-. El muchacho, naturalmente, buscó el mencionado artículo en el catálogo. Nada. Pero la cosa no terminó allí. Él se sentía inclinado a ayudarla, dado que ella era la perfección y, como había dicho alguna vez Platón, la contemplación de la idea de bien –entendida como lo perfecto-, transforma el alma de los hombres, realizándolos. O bien como Aristóteles afirma, el bien –la perfección- es aquello a lo que todas las cosas tienden. En definitiva, el hombre quería ayudar a esa chica, a la que se veía un poco desorientada:
- ¿Estás segura que ese era el autor?
- Sí, es manual que dijo el profe.
- Bueno, déjame buscar si está en internet.
Sí, el librero consultó en internet la existencia o inexistencia del mencionado manual.
- No, no está en internet. ¿Estás 100% segura?
- Sí, sí. El profesor dijo que lo podíamos conseguir en cualquier librería.
- Bueno… bancame que busco si aparece en la bibliografía de este libro.
El librero desplegó entonces sobre la mesa un libro enorme de derecho y consultó la bibliografía presentada en sus últimas hojas. El manual de derecho que la chica había venido a comprar no aparecía allí. Hubiera sido claro para cualquiera que haya visto esa situación que el mencionado artículo era, en definitiva, inexistente. Pero… ¿cómo decirle que no a ella?
- Mirá, no aparece. Voy a buscar por mi cuenta en estos días. ¿Te podrías pasar en estos días?
- Dale. Gracias.
Y se fue. Lo sorprendente de todo esto es que la actitud del librero no era habitual en él en lo más mínimo. A mí, al menos, no me dispensó siquiera una décima parte de atención nunca. Él la ayudo, seguramente, porque era una belleza suficiente. Sin embargo –y esto es lo que me sorprendió  realmente- la chica había asumido semejante actitud, semejante despojo hacia la vida, servilismo, amor hacia el género humano, etc., como algo cotidiano. Esto me hizo pensar en Pierre Aubenque, comentarista de Aristóteles, que señaló que aquel que goza de buena fortuna no tiene por qué desarrollar virtudes. Coincido. Seguramente esa chica, de no haberse creado un ambiente sumamente artificial en torno a ella, debe ser un tanto estúpida. Quiero decir con esto que no necesita el desarrollar virtudes para relacionarse con los hombres y, a las claras, se posiciona cómodamente en el lugar del fetiche. ¿Pero qué clase de relación vincular se establece sólo por estética sexual? La posmoderna…

Obituario

Murió uno de los máximos exponentes del neoliberalismo de la década de 1980. Entre sus logros, podemos reconocer la privatización de un gran número de empresas públicas, la represión a los mineros y la Guerra de Malvinas. Ahora debe estar con Milton, Ronald, Pinocho y José Alfredo, todos juntos en bolas, haciendo un gang bang gerontoneoliberal en el cielo desregulado. ¡¡Hasta siempre, Maggie!!


El canal del Tea Party



Cuenta la leyenda que el Dr. Milton Friedman, economista ortodoxo de la Escuela de Chicago y asesor económico de Pinochet, buscó desesperadamente un escape a la vida dominada por las regulaciones socio-políticas del Estado de Bienestar. En esos intentos, dio con la idea de huir hacia la vida salvaje, dado que allí, es decir, alejado de toda forma de normatividad que perjudicare su libertad indeterminada, podría primar un mercado autorregulado y natural que no atentara contra la propiedad privada (entendida como contra institucional). Fue así que nació Animal Planet, el canal del Tea Party, con el objetivo claro de mostrar a los hombres ciegos por la falsa doctrina de la economía regulada que, a la hora de los bifes, la libre competencia es la posta y que todos los demás son putos. Después de que no le dieran mucha importancia, dedicó el resto de su vida a apoyar dictaduras en el Cono Sur y gobiernos conservadores en el Norte.
A continuación, dejamos a la posteridad algunos fragmentos extraídos de documentales de Animal Planet donde puede verse a las claras la bajada de línea friedmanita:

Cuando el león anciano se enferma, su manada lo abandona
a su suerte. Albert deberá comer carroña hasta morir...
Robert [derecha] compite en igualdad de condiciones con Andy [izquierda]
por el favor de Diana. El mercado sexual se regulará por sí mismo a través
de la competencia de quienes lo integran. Aquel que sea más despiadado
para conseguir la satisfacción de su demanda, será el que la consuma.
El otro morirá.