Flor de pensamiento



Está bueno saber que en Haití, además de sida y catástrofes naturales, hay también buena música.

Transporte público: la rubia pretendida

Encontrábame yo, sumido en conceptuaciones dentro del colectivo, cuando dos mujeres sentáronse junto a mí con aires de superación de todo tipo de reflexiones. Una de ellas, cuya rubia cabellera y esbelta figura de armonía interna volveríanla objeto fetiche de cualquiera, comandaba la conversación con la otra, a la cual mis ojos no captaron con atención por ocuparse de contemplar a la primera. La rubia, pues, púsose a hablar sobre un pretendiente que había conocido en las redes sociales. El individuo en cuestión, a quien alcancé a vislumbrar fugazmente en una fotografía que ella mostróle a su amiga y que provenía, aparentemente, del perfil social del susodicho, mostraba a un joven de “27 años” (según su pretendida) que exhibíase a sí mismo semidesnudo delante de un espejo. Veíanse así sus bien formados músculos.
Sin embargo, la fémina mostrábase en cierto grado indiferente hacia él, pues otro partido manifestábase para ella de una manera mejor. El joven en cuestión, también de 27 años y “Re lindo”, tenía para ella “los mejores detalles”. ¿Cuáles? Los de un caballero, pues. Él invitábala a salir y pagaba todo. Y hacíalo siempre, sin importar que hubiéranlo recientemente “echado de su trabajo”. Su pretendida admirábalo aún más por ello, pues el altruismo que él demostraba era incomparable. Otro detalle en cuestión fue el siguiente: él regalóle “una hermosa y muy útil billetera”. Sorprendióme a mí que ella no hubiera captado el mensaje implícito detrás del regalo. Sin embargo, ella dudaba, pues él nunca habíale declarado su amor ni habíale dado pautas de cómo actuar en el futuro. Quizás, pienso ahora, a él preocupábale no quedar en situación de calle antes de comenzar una relación seria. La fémina, aún así, estaba más enganchada que Luis Barrionuevo con el acto electoral (?), pero temía que él no sintiérase feliz con ella. Por ese motivo, decidíase –entre divagaciones y divanes- por no descartar a su musculoso amigo de redes sociales, pese a que su corazón estaba con el desocupado. Historias de amor y dramas cotidianos que cuéntanse en el colectivo. Lo único que pensé cuando hube bajado fue que debí haberle reprochado la falta de comprensión del regalo de su desempleado pretendiente.

Fragmento de ARAUJO, M., Niño Freud: Momentos cotidianos en el Conurbano Bonaerense o crónica del feudalismo, Buenos Aires: Eudeba, 2017.